Ahora queremos compartirles este corto de UN Human Rights celebrando la diversidad.
Todo el mundo sabe perfectamente cuál es su género. La identidad de género de la mayoría de las personas coincide con el sexo que se indicó en su certificado de nacimiento cuando nacieron. Sin embargo, a algunas personas les asignan un sexo que no se corresponde con quienes realmente son. Esto es lo que se suele llamar ser “trans” o “transgénero”. También tiene otros nombres, muchos de ellos con hondas raíces culturales e históricas, como hijra, tercer género, two-spirit, travesti, fa’afafine, transpinay, transpinoy, muxe, waria y meti.
Ser trans no tiene nada de malo: es una manifestación más de la gran diversidad de la naturaleza humana. Las personas trans forman parte esencial de las comunidades y culturas, y así ha sido a lo largo de la historia. Sin embargo, en un mundo donde abundan las opiniones negativas y no siempre hay suficiente información sobre el tema, muchas personas trans sufren hostilidad, discriminación y violencia, simplemente por ser quienes son.
Las personas trans corren un riesgo mucho mayor de sufrir acoso y agresiones y de ser asesinadas. Cuando los medios de comunicación y los líderes comunitarios y políticos tratan el tema con un tono incendiario, el entorno se vuelve aún más hostil. Esta hostilidad hacia las personas trans muchas veces llega a codificarse en leyes que les prohíben ejercer derechos básicos.
Por ejemplo, en la mayoría de los países las personas trans no pueden ver su identidad de género reconocida en sus documentos de identidad oficiales, como pasaportes, licencias para conducir y tarjetas de identidad. En los relativamente pocos lugares donde sí se puede reconocer, las condiciones suelen ser terribles, como la esterilización y el divorcio forzoso. Sin documentos de identidad adecuados, las personas trans quedan excluidas de muchas actividades cotidianas, desde abrir una cuenta bancaria o solicitar empleo hasta alquilar una vivienda o viajar a otro país.
Vivir la vida abiertamente, mostrando la propia identidad, es algo que la mayoría de la gente da por sentado, pero en el caso de las personas trans puede ser muy peligroso. Vivir con autenticidad, algo tan sencillo como ser visibles, requiere un valor enorme. Sin embargo, cada vez son más las personas trans que se dejan ver en nuestras comunidades, en los medios de comunicación y en la vida pública, con lo que cada vez se sabe más sobre el tema y las actitudes están cambiando. Esto es esencial para garantizar los derechos fundamentales de las personas trans.
Es hora de dejar de denigrar a quienes son diferentes. Es hora de defender los derechos de la comunidad trans. ¡Ha llegado el momento de celebrar la visibilidad trans!
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